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Fluixets de Voluntat
Artículo de Laia Monserrat: “LA LEIBTERAPIA Y LAS TÉCNICAS DE CENTRAMIENTO RECONECTAN CON LO ESENCIAL DE CADA PERSONA”

Entrevista a Antonio Jorge Larruy

2 de maig de 2017 Escrit per Antonio Jorge Larruy

Publicado en Meaning

El secreto de la plenitud no es que pasen unas cosas en lugar de otras, sino vivir a fondo lo que hay en cada instante”. Antonio Jorge Larruy, divulgador de autoconocimiento

Aprender el arte del buen vivir puede llevar toda una vida. A lo largo de la historia, filósofos y maestros espirituales nos han dejado migajas de sabiduría para recorrer el camino con un poco más de luz.

Para profundizar en este tema, hemos charlado con Antonio Jorge Larruy, un gran conocedor y divulgador del autoconocimiento como vía para la buena vida. Antonio Jorge fundó hace más de 20 años Espacio Interior, un centro para el recogimiento donde se practica meditación y silencio. Atravesar sus puertas significa sumergirse en la extraordinaria aventura de ser uno mismo.

Cuéntanos tu historia…

Mis padres eran amigos de Antonio Blay Fontcuberta, un precursor de la psicología transpersonal y gran divulgador del autoconocimiento. Fue uno de los primeros en hablar de advaita en España en los años 1970. De niño, me fascinó y cuando tuve la oportunidad me acerqué a sus enseñanzas. Empecé como alumno suyo a los 15 años y estuve a su lado  hasta el final de sus días. Después de su muerte en el 1985, pasé unos años en el sector empresarial, hasta que en 1995 decidí abrir Espacio Interior y dedicarme plenamente a transmitir el autoconocimiento.

¿Sigues fiel a las enseñanzas de Antonio Blay?

Hay un corriente de enseñanza que nos une a los dos. Cuando empecé a transmitir el mensaje de Blay me sentía con el compromiso de ser auténtico con sus enseñanzas pero con el paso de los años me he dado cuenta que estas enseñanzas no son de nadie, y que ni yo soy yo, ni Blay es Blay, sólo somos canales de transmisión de una sabiduría que es.

¿Qué otros maestros te han inspirado?

He bebido mucho del enfoque advaita. Las enseñanzas de Ramana Maharshi y Nisargadatta han sido una gran referencia para mí, y la proximidad de Jean Klein, al que tuve el placer de conocer. De hecho, puedo decir que hay dos enfoques que fundamentan mi estilo: Antonio Blay, con su estilo más científico, y Klein con el suyo más filosófico-artístico.

Hablando del advaita, ¿qué opinas del fenómeno neo-advaita tan en moda actualmente?

Creo que muchos de los discursos neo-advaitas son más mentales que reales. Y  algunos de ellos un poco peligrosos. Uno ha de domar primero el caballo para luego darse cuenta que no hay jinete que lo dome. Si el caballo va tirado por sus inercias y tu le dices que no hay jinete, lo que haces es que el caballo se desboque.

Dices que el buen vivir y el autoconocimiento van de la mano. ¿No sé puede vivir bien siendo un inconsciente?

Considero que sólo podemos vivir bien si nos conocemos. Como se dice en metafísica, la verdad y el bien, van de la mano. Si esto lo llevamos a un terreno pragmático nos dice que si una persona no se conoce, no puede estar bien.

Desgraciadamente, en nuestra sociedad poca gente se conoce realmente.

La imaginería humana ha negado lo que es real y evidente, la vida tal cual es, y la ha proyectado en un mundo imaginario, con expectativas, proyectos, ideales… Nos hemos alejado de la inmediatez, del presente, de la naturalidad. Y esto nos vuelve enfermos y nos aleja del buen vivir. Que no es nada más que recuperar la naturalidad perdida. Y vivir como si fuésemos un canal a través del cual la vida acontece.

Por experiencia propia puedo decir que conocerse más, no es garantía de vivir mejor ¿Por qué algunos caminos de autoconocimiento no te llevan al buen vivir?

Esto se debe a que muchos enfoques de autoconocimiento son parciales. Hay unos, más psicologistas, que trabajan con la sombra y remueven a la persona desde allí. Otros, más espiritualistas, que colocan todo el meollo en un altar, y la persona proyecta toda su esencia allí, lo que conlleva un alejamiento de nuestra naturaleza esencial. Yo soy partidario de un trabajo más equilibrado, asentado a la apertura de lo que es natural, luminoso, para que el proceso sea confortable y la persona se sienta fuerte. Porque si la persona está en la oscuridad y la remueves, quedará en manos de quien le remueve. Cosa extremadamente peligrosa. Por eso no soy partidario de las removidas tan extendidas en el sector del desarrollo personal que promueven algún tipo de enfoques más psicologistas ni de las idealizaciones de gurús de los enfoques más espiritualistas.

En pocas palabras, ¿qué propones con tu enfoque?

Descubrir nuestra naturaleza perdida. Despertar a una cosa que ya somos. Estamos metidos en nuestra propia película. Seguimos un guión que ni siquiera es nuestro. El protagonista también está creado porque la idea de lo que yo soy es el personaje principal. Y como estamos metidos en la película lo que sentimos, lo que hacemos, nuestras reacciones, están creadas por aquel guión. Y estamos tan absortos que perdemos de vista el mundo real.

Se trata entonces de darnos cuenta que estamos metidos en esa película y despertar a la experiencia real pero ¿cómo lo podemos hacer?

A través de dos prácticas vitales:  la meditación y la actitud positiva.

Empecemos por el principio, ¿qué es para ti la meditación?

Para mí es un proceso de comprensión sostenida, con unos gestos particulares  y concretos que hay que aprender a manejar. Yo no entiendo la meditación como visualización de estados agradables o de generación de tranquilidad. Eso para mí no es meditación, es relajación. Sería solo la primera parte. La meditación es una indagación rigurosa. Es ver las cosas tal como son. Dejar aflorar lo que es y observar. Al igual que le ocurre a un científico, la fuerza que impulsa ese movimiento es el ansia de conocer la verdad de las cosas. Conocer sin enjuiciar y prejuzgar.

¿Y cómo hacemos que emerjan las cosas tal como son?

Lo primero, pararse, sin hacer nada, para que todo aflore con absoluta libertad. Con una determinación firme de mantenerse impasible ante el transcurso de las cosas. Tal como proponen la meditación budista, las meditaciones cristianas originales, la apatheia y la ataraxia de los estoicos: permanecer impasible (sin pasión) y sin pretensión (tensión anticipatoria). Sin duda, una actitud de la que las personas están completamente necesitadas. Llevamos un ritmo de vida muy acelerado y nos cuesta parar y simplemente observar. Sin hacer nada.

¿Y después?

El siguiente paso es reconocer nuestra identidad verdadera. En el momento que te paras y observas si pretensión, emerge tu yo idea y te puedes dar cuenta que tú no eres esa idea que tienes de tí, si no la consciencia que observa esa idea. Cuando conectas con eso te das cuenta de que has estado viviendo tu vida a través de un artefacto -de una película- y proyectando tu identidad fuera de tí. Te has estado buscando fuera, cuando en realidad lo único que tenías que hacer era descubrirte.

En cuanto a la actitud positiva, ¿cómo podemos potenciarla?

El trabajo interior que realizamos es un viaje hacia la profundidad de las cosas. El secreto está en el recogimiento y el compromiso con todo. Siempre digo, si haces una cosa, hazla a muerte, y si no, no la hagas. Ese enfoque acaba conformando una actitud positiva hacia las cosas.

Una gran enseñanza para los tiempos que corren pero el compromiso no está muy en boga en esta sociedad líquida…

Depende de cómo lo plantees. Lo que propongo es un compromiso y profundidad para con las cosas combinado con el buen vivir. Me gusta disfrutar de los placeres de la vida. Hay un concepto en el vedanta advaita que dice: “no es gnani (yogui que busca la sabiduría), si no es un gran disfrutador”. ¡Esto me encantó cuando lo leí!

Es la vía opuesta a la de muchos yoguis ascéticos. Tu vía es más tántrica…

Resulta parcial considerar que la vida es sacrificio y sufrimiento. La vida es gozosa. ¡Los animales escogen lo que escogen porque les gusta! Se acercan porque hay una apetencia. Nosotros, en cambio, hemos creado una cultura del sacrificio y de la renuncia. ¡No renuncies a nada! vive todo con conciencia, pero nunca renuncies a nada, porque te acabará pasando factura. Siempre hago mucho hincapié en integrar cualquier parte de nuestra realidad: sexo, dinero, poder… La ambición está muy bien. Pero la ambición de ser, no de tener. No de futuro, sino de presente.

A cada persona, en función de su personalidad, le puede ir bien un camino más mental, más emocional o más instintivo. ¿Cómo tienes eso en cuenta?

Siempre busco un equilibrio, una integración, entre las tres calidades. Insisto permanentemente en el desarrollo integral de nuestras tres energías: nuestra energía vital, nuestra energía afectiva, y nuestra energía de luz. Desde luego, mi enfoque está muy centrado en la luz, la comprensión. Pero soy un arduo defensor de la activación de la energía vital. Personalmente dedico dos horas al día a un trabajo corporal intenso. Para mí es capital. Y a nivel afectivo lo mismo. El hedonismo del que hablábamos tiene que ver con la capacidad de gozar, de amar. Quien no goza, no ama.

¿Por qué recomiendas meditar en grupo?

Porque hacerlo solo es muy difícil. Hay que buscar un entorno que lo facilite. Yo mismo, que llevo toda mi vida, he tenido dificultades para mantener la práctica en determinados momentos. Todos las tenemos. En mi juventud, durante un tiempo fuí a un dojo Zen a practicar porque necesitaba un clima particular para meditar. Hay gente que se justifica y dice que medita en casa, pero no suelen mantener la práctica durante largo tiempo. Los gimnasios funcionan por lo mismo: tienen una energía que motiva a la gente a subirse a una bicicleta o a levantar pesas.

Todo eso sostenido en una práctica diaria…

Es absolutamente imprescindible que cada uno tengo un espacio de baño meditativo diario. Ya sea en su casa o en un lugar compartido. Porque vamos a encarar un mundo hostil, y si no estamos preparados y en alerta, acabaremos proyectando en él todas nuestras sombras. Mi experiencia me demuestra que si la persona trabaja regularmente en la clave meditativa, esto le va dando un poso.

¿Qué perfil tiene la gente que medita contigo?

El perfil ha cambiado brutalmente con el paso de los años. Cuando yo empecé, el 80% eran mujeres de más de 45 años. Actualmente, tengo el mismo número de hombres que de mujeres con un abanico de edad muy amplio que va de los 20 a los 80 años. En algunos casos son los propios meditadores los que arrastran a otros miembros de su familia porque les gusta lo que van experimentando, por lo que tengo a nietos meditando junto a sus abuelos. ¡Una heterogeneïdad muy rica!

Por último, ¿qué le dirías a una persona que busca el sentido de la vida?

El sentido de la vida no se puede cazar con la mente. Si lo buscamos en forma de ideal, estamos perdidos. El sentido de la vida es la instalación en la propia vida. Sólo te planteas el sentido de la vida cuando estás alejado de ella. Un animal no se lo plantea porque es la propia vida. Cuando estás totalmente entregado a alguien o a algo no te planteas el sentido de la vida. La cuestión es estar siempre ahí. Y este enfoque es una manera de conseguirlo: a través del recogimiento, la escucha, y de la entrega total a lo que está aconteciendo.

Un bonito camino para explorar

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Artículo de Laia Monserrat: “LA LEIBTERAPIA Y LAS TÉCNICAS DE CENTRAMIENTO RECONECTAN CON LO ESENCIAL DE CADA PERSONA”

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